Narradora Molly:
Lo que vi me dejó
bloqueada: unos pies sobresaliendo del borde de una camilla. Tuve una sensación
parecida al hormigueo del estómago cuando te enamoras, pero ésta vez para mal.
Empecé a dirigirme con paso firme, segura de mi misma.
Pero el hormigueo
me subía por la garganta y empecé a acelerar el paso hasta casi correr. Llegué
a las puertas traseras de la ambulancia y asomé primero la cabeza y luego el
cuerpo entero.
Y allí estaba él,
con una mueca de dolor que cambió por una sonrisa forzada al verme. Yo intenté
sonreír pero mis labios temblaban y mis ojos se humedecían. Me obligué a no
llorar y me acerqué a la camilla, subiéndome en la ambulancia y sentándome a su
lado. No sabía muy bien lo que hacer, ya que en realidad no sabía si Kevin me
gustaba… Era una sensación extraña, lo veía como un amigo pero si me lo
imaginaba besándome… no me desagradaba para nada, es más…diría que todo lo
contrario. Suspiré y le miré a los ojos, cogiéndole con cuidado la mano y
sujetándola con suavidad.
-Kevin…yo… ¿Podrás
perdonarme?
-¿Per…perdonarte,
pero porqué?-dijo él incorporándose con lentitud y con algún que otro quejido.
-Todo esto ha sido
culpa mía, sé que estabas triste y cabreado conmigo por no haberte besado. Y de
verdad que me hubiera gustado, pero estaba echa un lío porque entre lo de Jim y
el regalo…-pero no me dejó acabar, me puso un dedo en los labios y me sujetó la
cara entre sus manos. Yo aparté la vista tímidamente:
-Quien es Jim?-yo
negué con la cabeza, me deshice de sus manos y miré hacia otro lado.
-Molly, mírame.-Y
así lo hice, respiré hondo y levanté con decisión la barbilla.
-Kevin, ahora no
quiero hablar de eso… No quiero estropear este momento por su culpa. Sólo te
diré que por su culpa estoy aquí metida…
-Molly… Si ese
idiota te ha metido aquí, es porque no tenía ojos.
-¿Qué? No lo
entiendo.-dije mirándole a los ojos sin comprender. Él me acarició la mejilla y
me susurró:
-Porque si tuviera
ojos, habría visto lo preciosa que eres y no te habría jodido metiéndote en
este asqueroso internado.-dijo sonriendo.
Mi corazón iba a
mil, ¿qué debía decirle? Respiré hondo para hablar, pero él me cortó y me dijo:
-Ahora no tengo
ganas de hablar de esto Molly, prefiero descansar.-y con esfuerzo giró la
cabeza para no mirarme. Yo susurré un sí sin mucha convicción, y cerré la boca
mordiéndome el labio inferior. Pero no quería dejar las cosas así. No, me
negaba a que se quedara sin saber lo que tenía que decirle. Así que volví a
hablar, intentando que mi voz no temblara demasiado:
-La verdad es que
no me arrepiento de que por culpa de ese imbécil me metieran en este internado.
Porque gracias a él, te he conocido a ti. Y eso no lo cambiaría por nada del
mundo.-Cerré los ojos con fuerza, esperando a oír alguna respuesta o algún
ruido, pero nada. Pasaron unos segundos, y abrí los ojos. Y allí estaba él, a
cinco centímetros de mí mirándome con esos ojos color marrón que tanto
transmitían. Él sonriendo, abrió la boca para contestarme, pero yo ya no quería
hablar más. Ya sabía lo que quería, y le puse un dedo en los labios. Me acerqué
un poco más, y le susurré en el oído:
-No sé porqué fui
tan tonta y no dejé que me besaras cuando me diste el regalo. Porque
sinceramente, me he quedado con las ganas.-Y me separé lentamente, quedándonos
nariz con nariz. Y por fin, Kevin me sujetó la cara entre las manos y me atrajo
hacia sus labios. Yo presioné los míos con los suyos, dejando que mis manos
juguetearan con su pelo. Seguimos besándonos una y otra vez, cómo si el mundo
fuera a acabarse en ese instante. Hasta que al final nos separamos, y me mordí
el labio inferior bajando la mirada hacia el suelo. Pero él me abrazó
suavemente colocando sus manos en mi cintura. Yo le abracé rodeándolo con mis
manos por el cuello. Aspiré profundamente, dios mío me encantaba como olía. Era
un aroma suave, que me relajaba. Él me besó en el cuello, cosa que hizo que me
estremeciera y le agarrara con más fuerza. Yo me acerqué a su oído y le
susurré:
-Me gustas Kevin,
me gustas y mucho.-y al separarnos nos volvimos a besar, lentamente para que
aquel beso no se acabara nunca.