jueves, 19 de enero de 2012

Capítulo 3


Narradora Malena:

Cuando pensaba que el viaje no podía ser más aburrido Louis, el conductor, paró el autobús para recoger a una chica. Estuvo un rato hablando con ella, y al parecer ella le hizo enfadar, porque sacó la porra que llevaba en el cinturón y parecía que la estaba amenazando. Cuando subió al autocar se sentó en uno de los asientos traseros. Intenté dirigirle la palabra y al principio me pareció un poco borde, pero a lo largo del viaje entablamos conversación y nos hicimos algo parecido a “amigas”. El autobús se paró en seco, y una mansión de las de película de terror apareció ante nuestros ojos.
-Desde luego… solo le falta el cementerio y podrían usar estos exteriores para rodar la película de Frankenstein.-dijo Molly asqueada.
-Tienes razón este sitio es bastante lúgubre.-dije siguiéndole el rollo.
-En fin, creo que hay que bajar. ¿No traes equipaje?-preguntó ella curiosa.
-¿Acaso traes tú?-dije riéndome. Me señaló una mochila negra de lady rebel, y me dijo:
-Bueno, solo traigo lo esencial. ¿Quieres abrirla?-dijo invitándome.
-¿Me dejarías?-pregunté tímidamente.
-Sólo porque eres tú jaja.
-De acuerdo.-dije sonriendo. Deslicé la cremallera entre mis dedos y asomé la cabeza. A primera vista vi dos cajas, color canela y malta. La primera era un neceser. La abrí con su permiso y divisé el paraíso del maquillaje. Sombras de ojos de todos los colores, lápices para hacerse la raya, coloretes, pintalabios, pintauñas, y un pequeño set para hacerse la manicura.
Sentí curiosidad por abrir la otra caja. Entonces vi como Molly la ponía entre mis manos y me decía:
-Es mi caja de los recuerdos, puedes abrirla…
Sonreí y la abrí. Miles de fotos algo amarillentas por el paso de los años fue lo primero que vi. Al fondo había un anillo con una perla incrustada, un colgante con una flor echa de cristal y un pequeño osito de peluche. Lo cogí y lo acaricié.
-Me lo regaló mi padre por mi cumpleaños, cuando tenía seis años. El anillo me lo encontré en la playa de pequeña y el colgante me lo regaló mi hermano Jake cuando yo tenía nueve años. Me dijo que era un regalo de parte de los duendes que vivían en nuestro jardín. Y yo le creí…-dijo sonriendo tristemente.
-En fin, creo que…-pero no pude acabar la frase, porque Louis entró y nos dijo:
-¡Eh, vosotras dos! ¿Sois las últimas, bajáis o preferís quedaros aquí a hacerme compañía?-dijo poniendo cara de “soy el guaperas del barrio”.
No le dio tiempo a despedirse, porque cuando acabó de hablar ya habíamos cerrado las cajas y cogido la mochila mientras bajábamos por las escaleras.
Si desde dentro del autobús parecía una mansión terrorífica, desde fuera daba repelús. Con telarañas por todas partes y un silencio demasiado…SILENCIOSO. Me giré y vi que había más chicas y algunos chicos. En un rincón un grupito de seis chicas hablaban mientras se tocaban el pelo o se pintaban la raya las unas a las otras. Seguro que era el típico grupito de chicas pijas que se creían las manda más. Las demás chicas estaban esparcidas en grupos de dos o tres, o algunas incluso estaban solas. Los chicos en cambio estaban casi todos en el mismo lugar, o algunos intentando hacer travesuras rompiendo telarañas o asustando a las chicas más tontitas. Mientras seguía mirando distinguí un chico a lo lejos, solo pero andando de un lado a otro. Parecía que algo le preocupaba o a lo mejor se había olvidado de algo. Le di un codazo a Molly y señalé al chico con la cabeza. Asintió con aburrimiento y nos acercamos hasta donde estaba él.
-¿Tienes algún problema? Podríamos ayudarte, si quieres…-dije sonrojada. Levantó la vista y nos dijo:
-Largo de aquí crías, el problema que tengo no puede solucionarlo nadie…
-Quizá podemos hacer algo…-dije sin darme por vencida. Se detuvo en seco, me miró y me dijo:
-La única forma de que tú me ayudes, es que te largues y te metas en tus asuntos de niña pequeña. ¡Largo de aquí, las dos!-dijo mirando a Molly. Había tocado mi fibra sensible, encima que intentaba ayudarle…y me lo pagaba de ese modo…Me enfadé solo de pensarlo y le grité desahogándome:
-Mira imbécil, eres un cerdo desagradecido. ¿Intentamos ayudarte y así nos lo pagas? Hazle un favor al mundo y vete un poquito a la porra “crío”.-dije imitando su voz de profunda de tío. Me miró con odio y me dijo susurrando:
-¿A qué no te atreves a repetirlo con mi puño en tu boca?-dijo levantando un brazo.
-Inténtalo, listillo.-dije orgullosa buscando pelea. Justo cuando la cosa empezaba a ponerse caliente Molly intervino y dijo:
-Eh, los dos, basta ya de pelearos. Te prestamos nuestra ayuda, la rechazas. ¿Pues sin problemas verdad Malena?-dijo mirándome. Asentí con rabia y me disponía a irme cuando él respondió:
-Malena, eso es nombre de camionera. Hasta mi perro “Mordiscos” tiene más encanto femenino que tú.-dijo mofándose.
No pude soportarlo, me giré y le pegué una patada en la barriga.
 Se dobló y se cayó al suelo mientras se apretaba el estómago mostrando signos de dolor. Le sonreí malignamente y me disponía a marcharme cuando Louis, que lo había visto todo desde el interior del autobús gritó:
-Malena Sauryz, Molly Suans y Peter Roan id al despacho del señor Lanzani inmediatamente. ¡Y sin rechistar!
-¡Genial Peter, así podrás ganarte la confianza del director!-Chilló un chico alto, delgado y de pelo negro como el carbón y ojos marrones.
-¡Oh, cierra el pico Kevin! No puedo ganarme su confianza si voy a su despacho de niño rebelde y agitador.-dijo enfurruñado.
-¿Pero no es eso lo que eres? Por cierto, tu nombre me suena… ¡Ah, claro! Peter es el drogadicto de mi comunidad. No me extraña, de tal palo…tal astilla-dije señalándolo con el dedo.
-¡BASTA YA! ¡LOS DOS, CALLAOS Y VAMOS AL DESPACHO DEL DIRECTOR ANTES DE QUE TENGA QUE VENIR ÉL A BUSCARNOS!-explotó Molly sonrojada de tanto chillar. Me cogió del brazo y me llevó a tirones mientras Peter me hacía caras de “todo esto es por tu culpa” o “te mato, te juro que te mato”. 

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